El presidente Luis Abinader debe demostrar y dar fe de mesura, fino-tacto, de ser un gran estadista, de sintonizar con el pueblo, al momento de acometer una reforma fiscal. Un paso dado a la carrera sería contra producente, y podría erosionar su gran popularidad.
La reforma fiscal es un tema difícil, casi imposible de tratar sin dejar fisuras y grietas en el ángulo social. La primera evaluación tiene que ser de a quien perjudica más y si ello obstaculizaría la asistencia médica, los programas de educación y los servicios básicos de internet, tele-cable, agua y energía eléctrica.
Pero sobre todo, y ante todo, una reforma fiscal no puede jugar con la comida básica de todos los dominicanos. Si hoy los precios están altos, si hay servicios subvencionados, para nadie es un secreto que con mas impuestos, todo seguiría subiendo.
Con el actual salario mínimo no puede subsistir una familia de cuatro o cinco personas durante un mes, y ya no se soporta el cinturón que se aprieta para poder comer.
Ninguna reforma impositiva puede poner en peligro el alimento diario de la familia de escasos recursos del país.
El agiotismo y la inflación hace difícil alargar el peso, y muchos lo que hacen a diario es engañar el estómago, comiendo lo que aparece y engrosando el número de pacientes de clínicas y hospitales públicos.
En la salud, que está siendo privatizada a ritmo super-rápido, no podría estar al alcance de los pobres. Con las deficiencias tradicionales de los hospitales pocos le tienen confianza por la pésima atención de muchos médicos y las fallas generales que tienen en su funcionamiento.
Pasa también con la educación, que a pesar de los esfuerzos del gobierno central, navegan por el bote de la anarquía, con paros medalaganarios, y mucha timidez al ofrecer los libros de texto, y con pensum que está atrasado.
En una reforma impositiva no deben entrar los temas de salud y educación, sea para el sector público como el privado. A nivel de los colegios, se debe revisar la tarifa de los mismos, y ver si el cobro por enseñar va de acuerdo con su categoría.
Por si acaso, el internet y el cable no son artículos de lujo en el mundo de hoy. Son implementos vitales en la sociedad moderna. La reforma fiscal puede llegar, pero que no atente contra los hijos de la exclusión social. ¡Ay!, se me acabó la tinta.