Estamos viviendo un periodo de tiempo extraño en nuestro país, padeciendo de un silencio agonizante, parece que todo está consumado. ¿Llegamos “al final de la historia y el último hombre”?, como se titula el libro de Fukuyama. ¿O acaso estamos tan bien que no existen motivos para librar nuevas batallas?
Al abordar este tema que delata la inercia y la apatía social, no vamos exclusivamente sobre la ruta de las protestas sociales, o sobre el “marasmo” que atraviesan los partidos políticos, que se han relegado solo al papel puramente electoral, abandonando todo tipo de compromisos sociales.
Existe un vacío de organizaciones sociales despiertas, de interlocutores creíbles, de voces comprometidas, falta en nuestro país el coraje y la firmeza que da el convencimiento de una causa, qué sensación de pena y desolación provoca este vacío en República Dominicana.
Durante el mes de junio pasamos recordando la gesta patriótica del 14 de junio, la determinación de aquellos hombres de ofrecer sus vidas para salir de la dictadura de Trujillo.
El 30 de mayo conmemoramos el ajusticiamiento de Trujillo llevado a cabo por un pequeño grupo que arriesgó sus vidas, por la democracia y las libertades.
Así, nuestro calendario está lleno de grandes acontecimientos históricos, que resaltan la valentía y el coraje de hombres y mujeres que han puesto en riesgo sus propias vidas, para dejar un legado de lucha a favor de las mejores causas.
¿Qué está sucediendo ahora, cómo todos hemos caído en una total indiferencia? De ninguna manera vamos a pretender abrogarnos el derecho de hacer un llamado al desorden y al “levantamiento” social irracional, no se trata de eso, pero la situación presente nos debe de preocupar, porque consideramos que siempre es importante para el buen funcionamiento de la democracia, que existan organizaciones y voces que se mantengan activas en favor de defender los mejores intereses colectivos, dentro del marco de las reglas que dispone el sistema.
El compromiso social articula una sinergia que lleva a mejorar las condiciones de vida de la población, también impulsa nuevos cambios hacia el desarrollo y la mejora de la equidad socioeconómica.
Cuando se presentan carencias de luchas por reivindicaciones, entonces la dinámica social que provocan transformaciones languidece, y la sociedad se estanca.
Debe de existir razón por la cual La población debe estar echando de menos, por ejemplo, a personas y programas de comunicación que desempeñaban un rol de señalar erradas políticas y medidas de gobiernos, a su vez que presentaban situaciones que reivindicaban las aspiraciones de la sociedad dominicana.
Debemos notar la inercia de organizaciones sindicales, populares y sociales, portadoras de una agenda reivindicativa, que juegan un papel destacado en el equilibrio de las condiciones de vidas de los diversos sectores socioeconómicos.
Todo tiempo tiene sus desafíos y sus problemas, en todos ellos, siempre será saludable la existencia de fuerzas que se levanten como estandartes de lucha a favor de los sectores más vulnerables.
En una sociedad que no exista, la capacidad de contrapesos genera más desigualdades e injusticias, y al final producen más daños, que el vacío que deja el silencio.