República Dominicana.-En el callejón llamado El Clarín, en el sector La Ciénaga, en Santo Domingo, los atracos son tan frecuentes, como la presencia policial en busca de los autores.
El caso más reciente y que ha obligado a los vecinos a trancarse, es la muerte de Everson Omar Pérez, un miembro de la Dirección Central de Investigaciones Criminales –DICRIM- que a sus 21 años fue víctima de un supuesto atraco.
“Claro que son frecuentes”, manifiesta Carmelita Encarnación, una señora con secuelas de trombosis, cuyos efectos muestra al explicar el ataque de nervios cuando escuchó los disparos que dejaron en el pavimento al raso de la Policía, adscrito a la DICRIM.
“De lejos vienen y se meten para estos callejones, que ya usted ve como es”.
Y es que, El Clarín, como otros callejones del viejo sector, están “escondidos”.
“Ellos tienen su forma de llamar a alguien y ellos vienen para acá. Yo estaba dentro de mi casa, porque como tú puedes ver, yo tengo una condición; me dio una trombosis. Tuve que beber algo, porque los nervios me atacaron”.
La bala que segó la vida a Everson “era de quien se le pegara. También a los vecinos se le podía pegar a un niño…a cualquier gente”.
“Tranca´o, tenemos que estar tranca´o aquí”, relata la señora Carmelita, por el temor que genera entre los vecinos de El Clarín la presencia de delincuentes que “vienen desde lejos, de pa´llá adelante…de otro la´o”.
De acuerdo a la dama, que tienen “como 45” años viviendo en El Clarín de La Ciénaga, los autores de los atracos a mano armada, de los que fue víctima Everson, “no son los muchachos de por aquí; esos no son”.
La vivencia como escuela
Inmediatamente dos o tres individuos, de acuerdo al informe policial, mataron a Everson Pérez, los niños del barrio se congregaron en el lugar del crimen, lo que para la señora Carmelita se convierte en un mal ejemplo para una niñez sin muchas opciones para ocuparse o distraerse.
“Los niños pequeños ahora están jugando el tíguere, el ladrón y el policía. Qué es eso que le está quedando?…que ellos sienten que tiene que haber un tíguere y un policía, pero ellos están jugando y no saben las consecuencias de lo que deja ser ladrón. Vamos a tener unos jóvenes que necesitan ayuda; que están distorsionados porque creen que eso es un juego”, lamenta la señora, rodeada por varios niños, entre hembras y varones.
Trancados en sus casas
“Ay…ay…ay. Uno ya a las 7:00 de la noche tiene que estar cerrado, porque es un poco difícil”. Esta realidad afecta, no solo a los que viven en El Clarín, sino también en otros callejones de La Ciénaga, desde donde le piden al presidente “que tome carta en el asunto, para que uno tenga un poco de paz”.
La señora Elia cabrera es otro testimonio de la cruda realidad que caracteriza a barrios como La Ciénaga. Vive allí desde antes del ciclón David, que azotó al país en agosto del 1979.
“La situación ha sido así “siempre…siempre, pero yo confío en el presidente, que es un hombre muy bueno y que se apura por los barrios, que nos ayude en eso, que ponga más vigilancia, porque estamos desesperados; tenemos niños que algunas veces van a los colmados. Es un poco difícil”.
Con la muerte de Everson, la tarde del lunes 15 de julio, supuestamente por individuos identificados como Franklin Enrique Sena, ultimado por la Policía; Víctor Nova, quien se entregó este martes a las autoridades. También Carlos Tavarez, que resultó herido y, sigue prófugo Marco Antonio Ramírez del Carmen, alias "Marcos".
El informe preliminar indica que Everson se encontraba con su amigo Robert William Ramírez, en el sector La Ciénaga, donde fue a buscar un videojuego que les habían ofertado vía redes sociales, cuando fue atacado a tiros para despojarlos de sus pertenencias. El amigo del agente resultó herido.
Con la muerte del raso policial Everson, quien vivía en el sector Capotillo, quedó en la orfandad un niño de diez meses.