La República Dominicana debe mantener sus manos fuera de Venezuela. Que los problemas internos lo solucionen los venezolanos. Sería un gran error que la República Dominicana sirva de mediadora en la crisis actual.
El rompimiento de relaciones diplomáticas indica a las claras que para el gobierno venezolano, el dominicano está en su contra y a favor de la oposición.
El mejor consejo al Estado dominicano es que deje tranquilo el expediente venezolano, esperar que baje la tensión y buscar de nuevo el restablecimiento de relaciones diplomáticos.
Cada país es dueño de su destino y hacia donde lo llevan sus crisis partidistas. Meterse en asuntos internos de los venezolanos no es el mejor camino para los dominicanos. Que se dejen pasar los días y se busque como restablecer las relaciones diplomáticas.
Dejemos que otros se ocupan de la mediación y de tratar de conseguir una solución. La participación dominicano con gestos de mediación levanta suspicacias sobre su imparcialidad. Además RD tiene el enfrentamiento con Haití que está inconcluso, pero no olvidado. Ese es nuestro principal dolor de cabeza exógeno.
Los haitianos represaron en su territorio el río Masacre y todavía ese choque entre los dos países no ha sido solucionado. Los haitianos construyeron su túnel y caso omiso hicieron a las autoridades dominicanas.
Paso lo mismo con instituciones internacionales que hoy quieren privar de defensoras de los derechos humanos, y del orden institucional en el continente. Nos referimos a la Organización de Estados Americanos y a las Naciones Unidas.
Pese a la peligrosidad del caso dominico-haitiano ninguno de estos dos organismos levantó su voz y buscaron encontrar una solución de acuerdo a los tratados internacionales. Además, la OEA tiene una vieja deuda con el país.
Su dejadez y sus silencios dan la impresión de que están más cerca del bando haitiano, olvidando su deber de ser una tribuna para todos los países que denuncian que se le está conculcando su territorio.
Si puede el país entrar en una mediación internacional para los problemas fronterizos y de los refugiados del hambre que vienen desde Haití, pero no más de ahí. Ya tenemos esta carga sobre los hombros, para jugar a mediadores en la crisis venezolana.
Hay otro papel más peligroso, y es tomar una línea radical por el rompimiento de relaciones diplomáticas. Lo normal en estos casos es dar un paso atrás y esperar a ver cómo marchan los acontecimientos. Ay!, se me acabó la tinta.