República Dominicana.-Aunque la ciudadanía está ávida de espacios públicos donde el gasto sea mínimo, el Estado dominicano invierte pocos centavos en el mantenimiento de estos lugares que de por sí no cuentan con el favor de la inversión público quizás porque los negocios no son rentables en ésta área.
Lugares como el Parque Zoológico Nacional inaugurado en la década de los 70 por el entonces Presidente Joaquín Balaguer apenas sobreviven con el pasar del tiempo.
Leones famélicos, una sola mona que está en enfermedad terminal, unas cuantas culebras, leones enfermos, en fin un ambiente desolador es lo que viven los dominicanos y pocos turistas que visitan el Zoológico.
Parece ser que la dirección del parque o el órgano al que pertenece el Zoológico no están interesados en invertir en el lugar porque baños, entorno y vegetación son dignos de mejor suerte.
Habría que ver que dice la administración del Zoológico para comprobar porque no se quiere invertir en colocar animales de calidad que pueden hasta ser recibido como donación o es que no interés en este tema.
Los dominicanos que de por sí necesitan lugares de bajos costos para entretenerse y hasta para aprender de la flora y la fauna local y extranjera que acumula dicho parque tiene muy poca información de que contiene ese amplio espacio.
El área para la construcción del Zoológico Nacional fue escogido meticulosamente por el Arquitecto Valverde Podestá para diseñar el lugar.
Son cientos de kilómetros cuadrados enmarcados en un lugar frondosamente verde, rodeado de verde con agua del Río Isabela y donde nacen fuentes acuíferas naturales digna de la zona.
Sin embargo esto no ha sido motivo para que en más de cuarenta años del Zoológico el Estado quiera actualizarlo y dotarlo de una fauna digna del lugar.
Aun así se puede apreciar la presencia de decenas de personas que cada fin de semana van a la zona verde que constituye el Zoológico para buscar algún entretenimiento.
Las trabas para acceder inician desde la entrada ya que no reciben papeletas de dos mil pesos ni tarjetas de crédito.
Son limitantes ilógicas en un país donde dos mil pesos ya no es dinero y donde las tarjetas de crédito constituyen modus vivendi común entre los ciudadanos.
Hemos visto por denuncias y otros mecanismos que existen ciudadanos comunes que tienen más animales en sus casas o fincas que en el mismo Zoológico Nacional.
Es cuestión de que alguien se preocupe por resolver esta situación, como deben mirar para el Acuario, Botánico, Mirador y otros espacios públicos que ni siquiera baños decentes tienen pero cuya nómina abultada puede servir para darles mantenimiento eliminando algunas botellas de las que allí cobran sin dar un golpe.