SAN FRANCISCO (NBAMANIACS.com).-Como si del prota de una película de sobremesa se tratase, Austin Reaves ha salvado la Navidad de los Lakers en el último segundo. Pero a diferencia del prota de una peli de sobremesa, lo ha hecho tras dos horas de magia y no de tópicos manidos y poco interesantes. Tópicos solo ha habido uno: el hecho que un Curry contra LeBron sigue siendo de visionado obligatorio para cualquier amante de la liga y del baloncesto en general.
Solo que esta vez, tras otro duelo memorable entre dos hombres que llevan prácticamente una década siendo la cara de la liga, otro emergió para robar el protagonismo. Con 113-113 en el marcador y 6,3 segundos para el final, los Lakers pusieron en juego el balón desde la banda y, ante el esfuerzo de la defensa para que no fuera LeBron quien recibiera, este llegó a Reaves, que durante uno breve lapso de tiempo dudó con respecto a qué hacer.
Pero sin tiempo para pensar ni forma de dar el balón de forma clara a James, optó por atacar a Andrew Wiggins, de quien se fue por velocidad para colar una bandeja entre su brazo y el tablero que valió el triunfo visitante por 113-115. Y es que no siempre es malo dejar el regalo para última hora.
Austin puso así la guinda al tercer triple-doble de su carrera, que llegó tras firmar 26 puntos, 10 asistencias y 10 rebotes y convertirse en la mano derecha de LeBron durante la noche, especialmente en un último cuarto en el que llegaron 10 de sus tantos. El de Akron, con 31 y otras 10 asistencias, pero en cuanto la defensa de Golden State le obligó a soltar el balón encontró en el escolta al compañero ideal para resolver la situación en el tramo final.
No tuvo ese lujo Stephen Curry, que tras la reciente mala imagen mostrada ante Memphis e Indiana, acalló las críticas con una nueva exhibición que le llevó a liderar el duelo con 38 puntos, a los que llegó gracias a un 8/15 en triples.
El base, decidido a firmar una heroicidad, sumó 17 de sus tantos en el último cuarto, incluyendo dos triples en un lapso de siete segundos que, a cada cual más escandaloso, pusieron la igualdad en el marcador justo antes de la canasta de Reaves.
El primero, desde la esquina y sin espacio, hizo creer en la remontada a un público que estaba listo para rendirse; y el segundo, desde nueve metros, culminó una remontada heroica pero que duró muy poco tiempo reflejada en el marcador.
La gran noticia para los Lakers fue su capacidad de sacar adelante el choque sin la presencia de Anthony Davis, que apenas duró siete minutos en pista por culpa de una torcedura de tobillo. La acción no pareció de especial gravedad, pues el pívot simplemente apoyó mal mientras caminaba hacia el aro, y pudo salir del pabellón por su propio pie, pero en la franquicia decidieron no arriesgar al tratarse de un hombre tan importante para su rotación.
Ahora, será revaluado antes del próximo choque de los de Redick para valorar si puede jugar, pero lo hará sabiendo que no se ha arriesgado a una dolencia mayor y con la satisfacción de una nueva victoria en el bolsillo.