José Rafael Sosa
Está llegando a las librerías una novela que no va a requerir acciones de una estrategia de mercadeo, porque su contenido invadirá la imaginación, el interés, la pasión o el rechazo de sus primeros lectores que se encargarán solos, de comentarla, de afirmar su postura ante un texto literario que de suyo, por la clasificación de novela, se supone todo ficción, todo imaginado.
Pero, siempre habrá un pero, el personaje que toca, las ideas que pone en boca del personaje y su extendido monólogo, y la estética textual a que apela el autor, Pablo Gómez Borbón, deberán la adopción de posturas e ir construyendo una firme corriente de interés por buscar volumen de 725 páginas depositarias de un discurso que Balaguer nunca pronunció y que ahora, nos parecerá ser pronunciado por el estadista, orador, político y escritor.
Buena parte de los lectores del mundo (observación, lo confieso, puramente observacional, sin base estadística, pero que entendemos en la realidad recurrente de la tradición) tienen como hándicap una zona gris: somos súbditos del morbo y en más de una oportunidad, hemos procurado ver en las obras literarias, sus elementos superficiales, coloquiales, morbosos y sucedáneos.
Es decir, sufrimos de una proclive actitud de alimentarnos con una cuchara que nada contiene, y rebajamos el buen hacer literario al ámbito de la textualidad accesoria de un solo uso, de empleo chatarra.
Yo, Balaguer, (Pablo Gómez Borbón), de la cual he leído sus 723 páginas en una semana, es una pieza narrativa que ha demandado al autor la lectura de decenas de libros de y sobre Joaquín Balaguer y que, de no llevar el antetítulo «Novela”, podría pasar perfectamente por un detallado inventario de verdades provenientes del personaje político descrito.
El autor, dadas las aseveraciones que atribuye novelísticamente a un Balaguer que no dijo textualmente ni en documentos, ni en medios de información, ni en círculos íntimos, logra configurar un monólogo fiel, realista y que pudo haber sido, desprendido de la extendida trayectoria de ese mandatario dominicano. Uno que posiblemente sea el más polarizador de todos los políticos dominicanos de toda la vida.
El texto es de una elegancia solemne. Sobrio y templado en el uso de cada palabra:
Yo, Joaquín Balaguer, dicto estas memorias desde el borde del sepulcro. Yo que escapé a la tumba transparente de las aguas del Yaque vigoroso. Yo, que evité morir de hambre en las hondonadas de Altamira. Yo que burlé los chancros de las lúes y que mantuve mi aliento a salvo de las garras de la tisis; yo que hurté mi cuerpo a las balas de los francotiradores bogotanos, a la venganza homicida de Ranfis Trujillo…»
El autor de Yo, Balaguer, por la certeza de su proeza literaria, no tendrá que hacer el menor esfuerzo promocional para que su novela se ubique en el gusto del público, en la demanda de las librerías para ofrecerlo y en las cuitas de las penas y espacios literarios para ser objeto de análisis, con perspectivas de rechazo o aprobación.
No tendrá Gómez Borbón que hacer “spoilers” de aspectos cruciales que trata a fin de atraer la atención de los lectores, ni “recorridos de prensa” , ni solicitar a nadie que escriba un promocional de la pieza.
El autor se pone en el imaginario lugar del biografiado y elabora pensamientos, dignos de la calidad de la oratoria de un Balaguer que, a partir de estos párrafos, recreamos en nuestro ideal, el escucharlo decir directamente estos conceptos:
…; y a las bombas de un revolucionario cualquiera; yo, en fin, que como Neruda, supe luchar contra la fuerza de los hombres, pero no contra la de los vientos y, sin embargo, evité la fosa en los campos de Villa Altagracia a la que quisieron empujarme ráfagas necias e insolentes. Yo, Joaquín Balaguer, percibo los pasos sigilosos de la muerte, que en las brumas de la noche y de mis ojos, se acerca.»
La postura que logra como autor, es rica y noble en su elocuencia y equidistante en su sentido histórico.
Una de sus proezas es que adopta la dificilísima narrativa hermosa, florida, documentada, cargada de las citas precisas de grandes autores, que nos hace sentir que es Balaguer quien nos habla directamente.
El autor, que no tiene razones para defender a Balaguer, plasma visiones ecuánimes que incluso podrían usarse en defensa de la memoria de Balaguer y que en los pasajes en los cuales acepta responsabilidad histórica de hechos muy serios , lo hace de con la base de una lógica demoledora, apoyado en la perspectiva de uno que conoció hasta el hartazgo el ser popular dominicano.
Admirable la reconstrucción de los hechos, el descriptivo de los personajes, de las situaciones y circunstancias que vivió JB, y en especial el placer que proporciona como lectura en sí mismo, aislando los aspectos del zoológico político, de las luchas de intereses, de la confrontación de los sectores militares en pugna, conflicto que avivó o se aprovechó el personaje para mantenerse en el poder.
Porque si Balaguer, exhibió un don innegable, ese era el buen uso de la palabra, producto de una formación férrea, apoyada en sus lecturas incansables:
«Mi alma se aferra a la vida, pero mi cuerpo ha claudicado. A diferencia del de Atlas, mi cuerpo no soporta ya, sobre los hombros, el peso de los años. Y, a pesar de como Sísifo, Hades me condenó porque evité la muerte, no dos, sino muchas veces, mi cuerpo no puede ya empujar mi alma a la cima que ocupé durante décadas y yace ignorando mi espíritu en la suma más profunda, esperando a morir».
Mucha gente se preguntaba con qué vendría el autor luego del sorpresivo éxito de su novela Morir en Bruselas (2023), que estableció un referente en la novelística policíaca, para el caso de la especie fundamentado en una investigación del crimen feminicida más bárbaro de la historia moderna por sus características, en especial porque no es un novelista de tradición y muchos títulos publicados.
Nos ha sorprendido con un estilo, con una visión, con una perspectiva literaria que entrega ahora un sorpresivo monólogo balaguerista «auténtico» producido con excepcional base documental, belleza estilística y sentido de responsabilidad histórica.
No hay que escribir una sola palabra para promoverlo, para provocar su compra.
La novela ha de venderse ella sola por su peso, por la impresionante estructuración, por la validez del ideario en que se basó este autor, que nos muestra qué es posible lograr cuando se trabaja con seriedad el proceso de estructurar una pieza narrativa para hacer historia.
Nada, hay nada más que decir… Lo afirmado en ella queda en el marco de la ficción…. pero tras leerla, página a página, tras anotarla, dato a dato, tras recorrerla, párrafo a párrafo, quien podrá decir que no siente, la voz firme de un Joaquín Balaguer que efectivamente pudo haber dicho cada palabra, cada párrafo, cada idea.
Y no digo más.
Ficha técnica
Yo, Balaguer
Novela
Autor: Pablo Gómez Borbón
Fecha de impresión: febrero 2025
Idea de portada: Pablo Gómez Borbón
Diseño y diagramación general: Manuel Llibre Otero
IBSN: 97849959406.6.5
Joaquín Balaguer el estadista y escritor, es asumido por el autor, que le asigna un largo parlamento en el que logra la estatura de su oratoria y la precisión de los hechos históricos que relata.