Las dos últimas décadas del siglo XIX producen importantes cambios en el país, la llegada del Partido Azul encabezado por Gregorio Luperón, una apertura democrática, se protege la libertad de pensamiento y la libre expresión de la palabra hablada o escrita, se subvenciona con $40 pesos todo periódico que se publique provocando la aparición de numerosas publicaciones.
El 7 de agosto de 1882 circula El Telegrama, primer diario. El avance experimentado y la mejoría que se produce en la economía crea un ambiente favorable para la investigación y un grupo intelectuales se dedican a sus actividades sin temor a represalias y persecuciones por los juicios que expresen, el pensamiento social admite que realmente se avanza hacia un sistema democrático.
Fernando A. Meriño, recibe el 29 de abril de 1883 una comunicación de José María Serra residente en Puerto Rico, parte de tres cartas y en la última dice lo siguiente, “Me hablaba Ud. en su última de la conveniencia de decir algo para dejar que el tiempo desvanezca la memoria de los creadores de la República Dominicana. Ud. no sabe cuánto me contrista que se figure que dependa de mi voluntad no complacerlo. No digo yo ahora; desde la primera vez que lo indicó, su deseo solo hubiera sido un mandato; pero dígame, aun concedido, que es llevar la concesión hasta donde no se pueda llevar, que tuviera yo las condiciones requeridas para historiador, le parece que he podido nunca, no puedo disponer de todos los demás requisitos como tiempo, tranquilidad de espíritu…Ay amigo; no es lo mismo figurarse las cosas que experimentarlas para poderla apreciar debidamente.”
En el año 1887 publica sus “Apuntes para la Historia de Los Trinitarios”, sus aportes para conocer las interioridades del ideal de Duarte para luchar por una patria libre e independiente, junto a la carta de Félix María Ruiz son los documentos que más aportan al estudio y conocimiento a la lucha por la independencia.
La muerte de Duarte en 1876 lo mantiene en el anonimato en cuanto a su labor, lucha y sacrificio para crear una patria libre e independiente. Un hecho puede señalarse como la génesis de investigar y dar a conocer al pueblo dominicano la dimensión del patricio a favor de la patria.
El 27 de febrero de 1884, el traslado de los restos al país, a la patria que fundó y durante su cristiana sepultura en la Capilla La Altagracia donde asiste la mayor representación de los intelectuales, las palabras de Meriño en el panegírico, destacando la integridad y el sacrificio a favor de la patria sensibilizan el auditorio donde abundan historiógrafos. En un párrafo dice, “Allá en la antigua Metrópoli habíase educado un joven de claro talento, hijo de esta Capital y de una familia distinguida por su posición social, por sus piadosas virtudes y por su acendrado amor al patrio suelo. Era, sin duda, el elegido del Señor para que devolviese el corazón angustiado del pueblo creyente que aclamaba a las puertas de su justicia.
Le había llevado de la mano y puestóle en camino de ir a templar su alma varonil al sol de sus antepasados. Encendió en su pecho la llama inextinguible que volcaniza el de los grandes predestinados, y circundó su espíritu de los esplendores del genio y del heroísmo. El nombre de ese joven, vuestros labios lo pronuncian con respeto y vuestro reconocimiento lo bendice; JUAN PABLO DUARTE.” Este acontecimiento logra aposentar curiosidad entre los investigadores y avidez entre una población por conocer las interioridades de la lucha independentista, algunos cuestionando la proceridad de Santana, un hombre sin fe en la existencia de la patria libre.
Aunque la ausencia de Duarte por casi dos décadas lo había dejado solo en el escenario con todos los poderes y un grupo de intelectuales escribiendo y dándoles una proceridad no lograda en los campos de batalla encabezado por Manuel de Jesús Galván. Pero, cuando un pueblo toma una decisión, tomar un camino, es casi imposible que las fuerzas de la adversidad logren detenerlo, se siente comprometido a conocer el camino de lucha y sacrificio de un hombre que es el protagonista en la travesía que se inicia el 16 de julio de 1838 con el objetivo de crear una patria y una nacionalidad.
Los intentos por disminuir la dimensión y la proceridad comienzan desde el 1838, algunos mal intencionado, comienzan adelantando la llegada de Gaspar Hernández al país y sus aportes en la formación de la Trinitaria, pero al descubrirse que fue después de la fecha, y las posiciones divergentes, mientras el primero postula a favor de una patria libre e independiente, el segundo por la anexión a España, se descalifican por sí mismo; el triunfo del movimiento de la Reforma y la persecución de Charles Herard lo obliga a salir el 2 de agosto de 1843, es su primer exilio, el 16 de enero de 1844 se publica un manifiesto introduciendo la palabra “separación” con dos nuevas intenciones disminuir la dimensión del patricio como independentista y que el grupo de traidores que sirve como funcionarios de los dominadores evaden ese calificativo, el doctor Balaguer en El Centinela de la Frontera expresa juicios con alguna similitud, es parte de los que deben aclarar los estudiosos de la historia; regresa el 15 de marzo de 1844 para luego salir el 26 de agosto y regresar el 25 de marzo de 1864 durante el gobierno provisorio y al salir nuevamente regresa para un mausoleo en la Catedral de la Altagracia.
Todos los intentos realizados por gobiernos dictatoriales y conservadores han sido insuficientes para aquel hombre porque, su vida es patria, su ideal es patria, su camino es patria, su acción es patria. Su caminar es luz, nunca sombra menos oscuridad. La controversia histórica entre José Gabriel García y Manuel de Jesús Galván en los periódicos, El Eco de la Opinión y El Teléfono que comienza el 16 de marzo y concluye el 5 y el 12 de mayo de 1889. Entre afirmaciones y rectificaciones, postulados en defensa de Santana como las décimas de Manuela Rodríguez en 1849 que dicen; Santana, noble adalid, Napoleón dominicano ya confundido al haitiano dejas en sangrienta lid; la gloria fue para ti Es parte de un largo camino cimentado con estos postulados que frente a la ausencia de Duarte lo dejan en el escenario como único actor con poder y recursos, donde toda la gloria de la lucha por la independencia fue solo para él, en cambio al lado del patricio hay una pléyade de hombres y mujeres que lo dieron todo por la patria.
Una revolución no la puede hacer un solo hombre, algo que no pensaron sus apologistas. Duarte fue un revolucionario que aglutina un grupo de jóvenes donde todos y cada uno tienen un papel que desempeñar. Pero ese pensamiento tiene una realidad donde convergen varias situaciones, en Francia los frutos de la revolución de 1789 siguen siendo el cometario de la cotidianidad, sus principios de igualdad y justicia ya circulan en el mundo; en New York hace contacto con una sociedad en franco desarrollo donde la industria se postula como una herramienta para el desarrollo; en Inglaterra ya observa el dinamismo de su gente, del sistema capitalista, ya disfrutaba del avance de su revolución industrial; en España ya el dominio napoleónico había sido expulsado, pero en la costumbre prevalecen algunas prácticas que favorecen la lucha que debía emprender en su patria.
La situación de la parte Este de la isla al llegar hace un hibrido con su experiencia, forma su ideología revolucionaria. Juan Isidro Jiménez Grullón en “La Ideología Revolucionaria de Juan Pablo Duarte” hace un amplio recorrido por los diferentes escenarios desde su salida en 1828 y conocer la ciudad de New York, tres naciones del viejo continente, las que presentan avance importante en el sistema capitalista hasta su llegada en 1832. En un párrafo dice, “Es incontrovertible que de la predica del nacionalismo radical nació nuestra República. El haberlo sentido y predicado constituye, pues, la mayor gloria del prócer.
Pero esta gloria es reafirmada por las esencias de dicho nacionalismo y las dificultades que él encontró para su difusión. Dada su importancia, debo detenerme en ambos puntos, a reserva de volver sobre algunos de sus aspectos…” Así lo ratifica en su proyecto de Constitución en el artículo 6 dice, “Siendo la Independencia Nacional la fuente y garantía de las libertades patrias, la Ley Suprema del Pueblo Dominicano es y será siempre su existencia política como nación libre e independiente de toda dominación, protectorado, intervención e influencia extranjera.”
En la última década del siglo XIX, el reconocimiento a la proceridad de Duarte había recorrido un amplio camino, la intelectualidad y los que han adquirido conocimientos de los hechos del 27 de febrero saben de su papel primigenio. Un grupo solicita construir un monumento al patricio, el 28 de octubre de 1893 Juan Francisco Sánchez, envía una carta a Félix María Del Monte, Presidente de la Junta Directiva exigiéndole comedimiento a la hora de repartir proceridad. Una polémica se desata en que tres posiciones se enfrentan; José Gabriel García, Federico Henríquez y Carvajal, Fernando A. Meriño y otros en defensa de Duarte; Américo Lugo y el hijo del mártir de San Juan dividiéndolos después de muerto, lo que nunca sucedió en vida, donde prevalecen sentimientos familiares y políticos; y Manuel de Jesús Galván que escribe varios artículos en defensa de Mella, no con el objetivo de defender la obra de los trinitarios, más bien para disminuir la proceridad de Duarte, fue un defensor de Santana. Los tres grupos se manifiestan con posiciones en defensa de los representados, el ideal de patria, García, Meriño y Henríquez y Carvajal.
Durante varios meses se mantiene la polémica. Ulises Heureaux que olfatea la debilidad de su gobierno, desde el 1887 utiliza todos los medios para permanecer en el poder, incluyendo el crimen político. La inteligencia demostrada como político y considerando oportuno sacar ventajas y fortalecer su gobierno, el 11 de abril de 1894 mediante resolución declara a Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez como Padres de la Patria.
El 17 de abril fue ratificada por el Congreso Nacional. Pasaron setenta y cinco años para que alguien hiciera una defensa del último intento por disminuir la proceridad de Duarte, compartir ser el único Padre de la Patria con dos discípulos con méritos y aportes importante en la lucha por la independencia, pero que no llegan alcanzar al patricio. Ya lo habían hecho en varias oportunidades; 1/La palabra “separación” en el manifiesto del 16 de enero de 1844 disminuye la dimensión de la obra independentista de Juan Pablo Duarte, con esta, los habitantes del Este de la isla aceptaron la ocupación, nada más alejado de la realidad, no podían combatir contra el ejército que encabeza Jean Pierre Boyer; 2/Después de la salida el 26 de agosto de 1844, su desaparición del escenario es aprovechado por los seguidores del caudillo del Este para posicionarlo ventajosamente favoreciéndole el estado de guerra que se vive y solo tienen preminencia los que empuñan las armas.
Tampoco los seguidores de los trinitarios hicieron algo para mantener la presencia del patricio; 3/Fue necesario la exhumación de sus restos en Venezuela, trasladarlo al país, al depositarlo en la Catedral La Altagracia, el discurso apoteósico de Fernando A. Meriño frente a la intelectualidad, las cartas con José María Serra, la publicación en 1887 de “Apuntes para la Historia de los Trinitarios” convergen para sacar al patricio del anonimato. 4/La Resolución del 11 de abril de 1894 y su ratificación el 17 por el Congreso reparten la proceridad de padre de la patria, que solo le corresponde por su magna obra de crear una nación libre e independiente con el nombre de República Dominicana y una nacionalidad. No se merece que pasaran tantos años para salir del anonimato.
Pasaron setenta y cinco años para que un intelectual cuestione la acción y en su obra, El Mito de los Padres de la Patria, Juan Isidro Jiménez Grullón expone detalladamente la injusticia cometida, los intelectuales de finales del siglo XIX y comienzo del XX hacen silencios frente a la insensatez que se cometió al repartir la proceridad que solo es de él. Pero nadie puede negar que, “Fue el primero que sonó la patria, que escuchó el grito de la patria herida, que el 16 de julio de 1838 funda la Trinitaria, y el 27 de febrero de 1844 convoca 174 febreristas para crear una patria libre e independiente con el nombre de República Dominicana.”
Fue el triunfo de Duarte y los trinitarios, no de los conservadores, entonces si alguien se atrevió a decir, que, “el día que el pueblo cubano despierte y se de cuenta de la muerte de José Martí, sus lágrimas desbordaran los océanos” y yo digo “el día que el pensamiento de Duarte sobre honestidad, justicia y transparencia, y compromiso con la lucha por el bien común, sea la base del pensamiento social de los dominicanos, “los vítores y hurras llegaran a los cuatros puntos cardinales del universo, y el mundo conocerá al prócer de los próceres, por eso, ¡QUE VIVA LA REPUBLICA DOMINICANA!