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  • Por: Alejandro Santos
  • lunes 26 mayo, 2025

Relevo y transición en los partidos políticos en la RD (Décima parte)

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Nos hemos propuesto continuar con esta serie de artículos en busca de comprender cómo se han producido los relevos y transiciones en los partidos políticos dominicanos. Hoy presentamos la décima entrega, con la esperanza de acercarnos a una interpretación más precisa de este proceso.

Con la desaparición de la dictadura de Trujillo, los partidos dominicanos se organizaron en dos grandes bloques ideológicos opuestos. Por un lado, estaban los conservadores, o llamados “reaccionarios”, vinculados a la herencia trujillista y encabezados principalmente por Joaquín Balaguer.

El triunfo de Juan Bosch en las primeras elecciones democráticas de 1962, seguido del golpe de Estado apenas dos días antes de cumplir siete meses en el poder, sirvió de plataforma para el levantamiento cívico-militar de los “constitucionalistas”. Estos acontecimientos dividieron a la sociedad dominicana entre los sectores de línea “democrática” y los “antidemocráticos”, también denominados “democráticos” y “reaccionarios”. Desde entonces, el PRD y el amplio espectro de la izquierda dominicana enarbolaron un fuerte sentimiento “patriótico”.

Los dominicanos se identificaban con uno de estos dos grandes polos. También se utilizaban los términos “patriotas” y “antipatriotas”. Lo cierto es que la actividad política se expresaba dentro de una de estas dos posturas ideológicas.

Desde esta perspectiva, se comprende la afiliación política y el sentido de la participación partidista. En ese entonces, predominaban los conceptos de “valores” democráticos y patrióticos, que daban razón de ser a la existencia de agrupaciones políticas tanto de derecha como de izquierda.

Sin embargo, esa herencia basada en valores fue cediendo terreno ante una política centrada en lo electoral. La afiliación y fidelidad a los partidos comenzaron a vincularse más con la obtención de cargos públicos. Se produjo así una transformación en los valores de los partidos, que antes sustentaban una lucha democrática y patriótica.

Con el tiempo, los partidos políticos comenzaron a convertirse en expresiones del “personalismo”, por encima de los proyectos colectivos. Así, los seguidores dejaron de identificarse con las siglas partidarias para asumir etiquetas como “balagueristas”, “bochistas”, “peñagomistas”, “leonelistas”, “danilistas”, entre otras. Todos estos liderazgos se asociaban a figuras con capacidad de alcanzar la presidencia del país y, por tanto, de nombrar funcionarios y repartir los beneficios derivados del ejercicio del poder.

La desaparición de la lucha por valores y reivindicaciones políticas dio paso a una serie de cambios: la preponderancia del personalismo sobre el partidismo, el debilitamiento de la fidelidad partidaria, el fortalecimiento del clientelismo político, la primacía de lo electoral y una visión del Estado como botín a repartir entre los allegados al presidente de turno.

Esta evolución en la práctica política nos conduce a una nueva dinámica partidaria, que ha influido profundamente en la formación del liderazgo y en las fuerzas que determinan el relevo y la transición en los partidos políticos dominicanos.

(Continúa)

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