La propuesta y posterior aceptación de Sergio Moro, el juez de Curitiba que encabeza la investigación Lava Jato, para ser Ministro de Justicia y responsable del tema se seguridad publica en el gobierno de Jair Bolsonaro ha sido causante de un terremoto político que sacudió al país mas grande y poblado de toda Latinoamérica y se transmite al resto de nuestra región, pues esta persona fue quien motorizó el caso de corrupción mas importante de la historia de nuestros países.
Lo que comenzó con la compra de un vehículo al responsable de Petrobras, la empresa petrolera estatal de Brasil, por parte de un insignificante intermediario dueño de una casa de cambio, terminó en el sometimiento a la justicia con encarcelamiento de miembros de 14 diferentes partidos políticos y los dueños de las 12 empresas mas importantes de ese país, una osadía inimaginable en un juez o fiscales cualquiera de estos países.
Esta investigación tuvo serias repercusiones económicas, tanto, que muchos plantean que para Brasil pasaran décadas antes de haya una recuperación, se calcula que las consecuencias de la investigación y persecución de Moro han creado un estado de inestabilidad política con graves repercusiones económicas, desde que se inició todo esto en el año 2014 Brasil ha perdido por año el 4.5% de su PIB y entró en franca recesión, al tener las empresas que dedicarse a defenderse de las acusaciones antes que a producir.
No hay dudas de que el tema Odebrecht ha causado un enorme daño económico a varios países de Latinoamérica, especialmente a Panamá y Perú, que junto con la República Dominicana han sido los países que en los últimos años habían encabezado las cifras de crecimiento económico en nuestra región, y ni hablar de lo que ocurrió en Brasil, donde otras 12 empresas fueron acusadas y sus ejecutivos llevados a la justicia, encarcelados muchos de ellos y amenazados con largas penas sino señalaban a los políticos con quienes habían realizado acuerdos de financiamiento de campaña.
Además de la caída del precio de las materias primas, Brasil hoy pasa por un muy difícil periodo de crisis económica con un crecimiento raquítico del 0.5%, una tasa de desempleo sobre el 14%, la vuelta a la pobreza de millones de brasileños que habían ingresado a la clase media, el enfriamiento del clima de negocios y sobretodo un clima de inseguridad que afecta a una mayoría de su población, en Brasil el año pasado se produjeron mas de 60 mil homicidios, una cifra superior a las personas que murieron en las guerras de Afganistan e Irak juntas.
Estamos entonces en presencia de la persona que motorizó la investigación del caso Lava Jato, que acepta ser parte del gobierno de un presidente como Bolsonaro quien es acusado por todos lados de una serie de actitudes que causan pavor en los sectores políticamente mas liberales de Latinoamérica, por lo que Moro es inmediatamente acusado de ser parte de una conspiración en contra de Lula Da Silva, el ex presidente del Brasil y alguien que pudo ser candidato del Partido de los Trabajadores, pero que esta preso por un sentencia del Tribunal Supremo de ese país.
Es probable que Sergio Moro haya tomado una muy mala decisión, pero acusarlo de haber formado parte de una conspiración para llevar a Bolsonaro a la presidencia es muy simplista, ya que este juez llevó a la cárcel a políticos de 14 partidos diferentes de todo el espectro ideológico de Brasil, son agrupaciones que van desde la derecha a la izquierda, que incluye a personas tan diferentes como a Lula, quien fue presidente de un partido de izquierda y a Marcelo Odebrecht la principal figura de la empresa de construcción mas grande del país.
Acusar a Moro en que fue selectivo en sus acusaciones y ser parte de un plan en contra de la izquierda es imposible, pues a su oficina en Curitiba fueron llevados como acusados y encarcelados políticos de todo tipo, es mas, la destrucción de la clase política tradicional brasileña puede ser achacada a dos factores: los grandes errores que cometieron en el ejercicio del poder y al destape que realizó este juez durante mas de 4 años de todo un entramado que asociaba al poder económico con el político, algo que es consustancial con el ejercicio del poder en cualquier país democrático pero que siempre permanece en las sombras.
Es mas, si de algo se puede acusar seriamente a Sergio Moro es de haber destruido a la clase política de Brasil, nunca selectivamente a un partido en especial, y ahora, después de haberse negado en un momento a ser candidato presidencial bajo en argumento de que no le interesaba la política, el de aceptar un cargo político donde evidentemente tendrá las manos libres, si es que lo deja Bolsonaro, para seguir profundizando investigaciones que están por concluir en contra de los dirigentes de los partidos políticos que no fueron acusados en Lava Jato, lo que podría ser una ola que arrase con lo que queda de la política histórica de ese país.
Al día de hoy, y es algo que debería servir de lección a los políticos que se asocian a los jueces en contra de sus pares, solo están en la cárcel los políticos, encabezados por Lula, que es de izquierda y Eduardo Cunha, quien como presidente de la cámara de diputados dirigió y ejecutó la destitución de Dilma, mientras los empresarios acogiéndose a la llamada ¨delación premiada¨, la mayoría estén en sus casas condenado a penas de prisión domiciliaria o aun menores.
Esto es un mentís a la tesis de una conspiración de derecha contra izquierda, pero ademas son cientos los dirigentes de todos los partidos que están acusados o mencionados, incluso el que aparentemente podía plantar cara a Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones, Geraldo Alckmin, quien es el gobernador del Estado de Sao Paulo y miembro del PSDB (partido socialdemócrata), desde que salió al ruedo se le recordó entre los mencionados de haber recibido dinero de la constructora Odebrecht y descalificado.
Lo de Sergio Moro no fue una persecución política en contra de Lula porque cayeron presos políticos de catorce partidos distintos, ni ha sido una conspiración de derecha contra izquierda, cuando se puso en evidencia a las doce empresas, mas sus dueños que son las personas mas ricas de Brasil, y sus vida fueron aireadas en medio de una investigación como la de Lava Jato que aun no termina y lleva mas de 30 fases en mas de 4 años.
Ahora veremos de que esta verdaderamente construido el carácter de Sergio Moro, y es probable que de su actuación en el Ministerio de Justicia de su país dependerá la credibilidad de lo que parece una investigación intachable y un hombre que soportó todo tipo de presiones para detener lo que ha sido algo inédito en una nación tan peculiar como Brasil, a ver como soporta el conocido carácter explosivo de Bolsonaro y que va a ocurrir cuando tenga que pactar silencios y encubrimientos porque, como henos dicho en múltiples ocasiones, la política tiene instrumentos muy propios que son totalmente diferentes a los que se usan en los tribunales.
El problema mas serio para Brasil es que ahora no posee una clase política creíble ni una esperanza de reconstruirla en el futuro próximo, esos políticos son los entrenados para manejar el estado y ser equilibrio entre los múltiples intereses que confluyen en un país cualquiera, su destrucción, aunque tantos batan palmas cuando sucede, le hace un daño terrible las bases sobre las que se sostiene la sociedad, con el problema agravado para los brasileños que los políticos deberían estar haciendo las maletas a ver donde se van a esconder, porque de que lo que se avizora es una persecución implacable como show político para cubrir la crisis económica, eso esta mas que claro.