Argentina quiere impulsar de la mano de México un eje progresista para América Latina. Convencer a Andrés Manuel López Obrador de que se una activamente a esta empresa es el principal motivo del primer viaje de Alberto Fernández como presidente electo del país sudamericano.
Fernández se reunirá este lunes con el mandatario mexicano, a quien ve como un aliado para fortalecer en la región a las fuerzas de izquierda, desnortadas tras años de reveses y la deriva autoritaria de Venezuela y que, tras las protestas en diversos países y el triunfo de ambos, han logrado algo de oxígeno.
Fernández confía en que López Obrador se sume también al Grupo de Puebla, un centro de reciente creación en el que participan una treintena de políticos y que el presidente electo argentino ha contribuido a dar forma.
Que el primer viaje al exterior del líder peronista sea a México y no a Brasil permite avizorar cuales serán las prioridades del nuevo gobierno en política exterior.
La relación que Fernández mantiene con Jair Bolsonaro es pésima, al punto que el mandatario brasileño dijo que los argentinos habían “elegido mal” y que no estaba dispuesto a saludar al nuevo presidente.
Argentina y Brasil son socios en el Mercosur y su dependencia económica los obliga a entenderse.
Fernández siente que todo le será más fácil con López Obrador.
Por un lado, logrará un aliado ideológico para aliviar la tensión con Bolsonaro.
Además, en Buenos Aires le atribuyen a López Obrador una buena relación con Donald Trump y confían en que el presidente mexicano pueda ser una suerte de mediador entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional en las negociaciones entre ambos.
De no llegar a buen puerto, México también resultaría un aliado, más aún si la economía del país norteamericano sigue cayendo.
López Obrador ha dedicado buena parte de su primer año de mandato a dar por muerto el modelo neoliberal en el país y en más de una ocasión, al más puro estilo kirchnerista, ha culpado a los mercados de la deriva decreciente de la economía de su país.