Ante la descalificación y los escándalos, provocados por las inauguraciones de obras inconclusas, la soberbia del Presidente saliente volvió a tronar; no muy lejos se encuentra la reacción del Mandatario, ante la asamblea de dirigentes del PLD, cuando frente a la división del mismo proclamo, “con lo que hay aquí, Yo ganó las elecciones”.
Frente a las protestas por el despropósito de celebrar inauguraciones de obras, sin haberlas podido terminar por razones obvias; frente a la evidencia, ya no de un nepotismo rampante, sino de su familia señalada en más de dos escenarios de prácticas de corrupción; Danilo Medina hace un ejercicio de mitomanía egolátrica, que lo deja desamparado ante el país real, no en el imaginado en sus sueños.
Mientras los apagones castigan a todo el pueblo dominicano, y Punta Catalina no solo deja escapar cenizas, sino también el tufo vergonzante de la corruptela consumada, el alumno reprobado el pasado día 5 de julio, miente como un muchacho cuyos padres nunca verán la hoja de su examen, diciéndoles que pasó con notas sobresalientes.
Se fue a un rincón de la provincia Bahuruco, a dar excusas por no concluir la presa de Monte Grande, la cual es esperada por el Suroeste durante varios periodos de gobierno; en este último acto egolátrico, confundido con una multitud de acólitos, dejó claro porque no participará en la ceremonia de la Asamblea Nacional el domingo próximo.
Sin decir nada sobre su ausencia, a todos nos quedó claro que ésta nada tiene que ver con la pandemia, sino con su falta de coraje para encarar lo que él cree que será un discurso demoledor sobre los resultados de su gestión.
En otras palabras, como le recriminaría Don Juan Bosch, “este hombre, cantó como gallo y puso como gallina”.