Por un Código Penal progresista

República Dominicana.Si una mujer, una niña o una adolescente, resulta embarazada producto de una violación, debe ser ella junto a su familia, acompañada de un sicólogo quien determine si el producto de ese delito debe nacer. No un dogma religioso.

Si una niña o una adolescente termina embarazada a causa de un incesto, deber ella junto a un siquiatra quien determine qué hacer. No la iglesia católica.

Si una niña pobre que oscila entre 12 a 17 años de edad, termina embarazada por otro inexperto adolescente, debe ser ella y su familia quien tome la decisión. No las iglesias cristianas.

Si una mujer tiene un embarazo de alto riesgo porque tiene cáncer, es el oncólogo quien debe determinar si se interrumpe el embarazo. No los mormones.

Si una sonografía o cualquier estudio médico revela que la criatura que está en el vientre de la mujer nacerá con anomalías físicas y cerebrales irreversibles, debe ser la madre que determine si nace ese producto. No la iglesia musulmana.

No estamos pidiendo que obviemos nuestras creencias religiosas, sino que valoremos los conocimientos científicos en materia de salud y las nuevas ideas progresistas sobre los derechos de la mujer, el respeto a los derechos humanos y las garantías de los derechos fundamentales y universales, al momento de crear una ley, tal y como lo han hecho con éxito los países del primer mundo.

Porque, además la República Dominicana se ha comprometido a respetar esa legislación internacional al firmar varios convenios en organismos internacionales que promueven esos valores democráticos.

Dios es infalible, el hombre no. La iglesia se ha equivocado varias veces y sus miembros han pecado también varias veces.

“El gran científico italiano postuló que el Sol -y no la Tierra, como dice la Biblia- era el centro del Universo. En 1633 fue enjuiciado como hereje por la Inquisición, que le obligó a retractarse de sus ideas”.

“Galileo pasó el resto de sus días en prisión domiciliaria y es considerado por muchos casi como un mártir de la ciencia al enfrentarse a la implacable doctrina religiosa”. Extracto sacado News/Mundo.

O acaso, no fue el Papa Francisco, que pidió perdón por los crímenes de la Iglesia durante la colonización América Latina.

No son incontables los casos de abuso sexual cometidos por miembros del clero de la Iglesia católica.

O acaso, no están documentos los crímenes cometidos en las Cruzadas en nombre de la fe católica.

En el periodo que va desde el siglo I hasta inicios del siglo IXX, todavía los adelantes científicos eran limitados, un terremoto, un ciclón, una inundación, una erupción volcánica, o cualquier manifestación de la naturaleza era interpretado como un castigo Dios.

Si una persona sufría alguna enfermedad que el curandero o el representante de la iglesia no podía explicar, se atribuía a un castigo de Dios o a una manifestación demoníaca.

Eran épocas de gobiernos teocráticos, donde el fundamentalismo religioso dominaba el accionar de los gobiernos, eran tiempos de oscurantismo religioso, era normal en consecuencias, que las leyes tuviesen una gran influencia dogmática.

Pero ya no estamos en la época medieval, estamos en los albores de la tercera década del siglo XXI, estamos en pleno desarrollo de la cuarta revolución industrial, donde la ciencia, la investigación, la innovación, la tecnología, y la digitalización marcan la pauta.

La ciencia descodificó los arcanos del pasado y ahora sabemos que, hechos de otrora, nunca fueron castigos del cielo ni encuentros infernales. Fueron hechos naturales que el acientífico no podía explicar.

Aprobar el nuevo Código Penal sin la despenalización del aborto en sus 3 causales, cuando corre riesgo la vida de la mujer, cuando el embarazo es inviable o cuando es producto de violación o incesto, no significa actuar en contra de las creencias cristianas.

¡Significa legalizar un código que viola los derechos de la mujer y que obvia las verdades incontrovertibles de la ciencia!

¿Que queremos, una ley medieval o una ley moderna y progresista?

La respuesta esta en mano de los legisladores.