Tal y como ocurrió con David y Goliat, que la inteligencia venció a la fuerza bruta, de igual forma el trabajo mental ha vencido al trabajo manual.
Por tanto, los países que han logrado insertar los avances científicos a sus estructuras productivas han progresado mucho más, que los mantienen un sistema productivo intensivo en mano de obra.
50 años atrás la agricultura representaba un 30% del Producto Interno Bruto, Según el Banco Mundial, en la actualidad la agricultura representa solo un 3%, la industria un 27% y los servicios 70%.
En el libro Crear o Morir, Andrés Oppenheimer señala que “Por eso no es casual que empresas como Google o Apple tengan un producto interno bruto mayor que el de muchos países latinoamericanos, ni tampoco es casual que pequeños países que no tienen materia prima como Singapur, Taiwán o Israel, tengan economías muchísimo más prosperas que la de países riquísimos en petróleo, como Venezuela, Ecuador o Nigeria; o que los nombres más ricos del mundo sigan siendo empresarios como Bill Gates, Carlos Slim o Warren Buffet, que producen tecnología y servicios, pero no materia prima”.
Como vemos, los acontecimientos acaecidos a nivel mundial en materia económica son irrefutables. Solo hay un camino de cuatro vías que debemos transitar si queremos triunfar en un mundo globalizado cada día más complejo y cada día más competitivo.
Esas cuatro vías del éxito tienen su nombre. Estudiar, investigar, innovar y crear.
La Estrategia Nacional de Desarrollo, establece como ejes fundamentales la innovación y el desarrollo, pero nos hemos quedado a la saga en esos aspectos.
La productividad me mide por la capacidad que tiene un individuo, una empresa, una corporación o un país de producir bienes y servicios a bajos costos y con alta calidad.
La productividad depende en alto grado de la tecnología usada y la calidad de la formación de los trabajadores. También es importante contar con una adecuada infraestructura e instituciones fuertes y transparentes.
Como nuestro país adolece de estos factores económicos, nuestro aparato productivo es improductivo, y en consecuencia se torna competitivo. Por eso el déficit de nuestra balanza comercial aumenta todos los años.
No nos queda de otra, hay que estudiar, investigar, innovar y crear, como propone Andrés Oppenheimer y como establece La Estrategia Nacional de Desarrollo.
Estamos en un mundo cada vez más globalizado, no hay vuelta atrás, y el sistema globalizado de hoy en día, definido por la doctrina económica neoliberal, está provocando un aumento progresivo y exponencial de la desigualdad social, política y económica de individuos y regiones, discriminando el poder de capacitación y decisión de la mayoría de la población mundial.
Los defensores de la globalización pronosticaron que la apertura del comercio, los mercados financieros, entre otros, promovería la convergencia entre países desarrollados y en vía de desarrollo, y que lo mismo ocurriría internamente entre las clases sociales.
En la práctica ha pasado exactamente lo contrario, se ha incrementado la brecha entre países ricos y pobres, y ha habido más divergencia económica internamente entre ricos y pobres.
De nuevo, no nos queda de otra, hay que estudiar, investigar, innovar y crear, si queremos crear convergencia en el comercio internacional, y disminuir la desigualdad socioeconómica de nuestro país.
Es bueno, en consecuencia, que universidades del país estén conscientes del desafío que tiene la Republica Dominicana de cultivar una educación vinculada a la tecnología, como es el caso del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), ya que la semana pasada el presidente Luis Abinader recibió, en el Palacio Nacional, a los estudiantes del área de Ingeniería de INTEC, que ganaron el Premio Systems Safety Award, que organiza la NASA.
Estoy seguro de que universidades como Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, Universidad Iberoamericana Santo Domingo y Universidad APEC, están dando los mismos pasos, pero que está ocurriendo con la Universidad Autónoma Santo Domingo y otras universidades donde estudian las clases media baja y pobre.
¿Los niños y adolescentes de nuestras escuelas públicas están en contacto con la tecnología al igual que los estudiantes de colegios ricos?
¡Nos parece que no!
El Ministro de Educación Rafael Furcal y el Ministro de Educación Superior Franklin García Fermín, deben estar consciente de esta realidad, porque la inclusión social compete al Estado.
Andrés Oppenheimer dice que debemos Crear o Morir. Yo pienso que debemos crear para vivir, pero debemos vivir todos, y viviremos todos, si todos somos incluidos en el proceso de investigación e innovación, y si todos tenemos la oportunidad de Estudiar y crear.