Hace dos años, Miguel Cabrera disparó el jonrón número 500 de su carrera, y en la pasada temporada alcanzó los 3.000 hits.
Ahora hay otro motivo para un festejo universal de la carrera del toletero venezolano de los Tigres de Detroit.
Entra a su último año.
“Saldré a jugar y ser yo. Quiero divertirme cada vez que me toque. Que cuando me den la oportunidad de jugar, pues a jugar. Ignoro cuál será mi rol este año”, dijo Cabrera. “Si puedo batear, quiero estar en la alineación”.
Cabrera se mostró muy a gusto con su decisión de retirarse al hablar con la prensa el lunes en el campamento de los Tigres. Bromeó de manera juguetona con los periodistas e insistió que no necesita que los equipos rivales le brinden pleitesía. Pero será algo que ocurrirá lo quiera o no.
“Se lo mencioné en la primera reunión, así que eso te dice que no le presté atención a su deseo de que no hablen de él”, dijo el mánager de los Tigres A.J. Hinch. “Vamos a valorar nuestros momentos con Miguel. Vamos a permitirle que disfrute como pelotero, contribuya al equipo y con su personalidad”.
Dos décadas después de debutar en las mayores, como un prodigio de 20 años de los Marlins de Florida, Cabrera asegura que no recuerda mucho de su primer campamento primaveral — “ahora tengo un mejor auto” — pero que confía tener una campaña sin lesiones y con más victorias para Detroit.
Los Tigres no avanzan a la postemporada desde 2014, y Cabrera no ha redondeado una temporada formidable desde 2016.
Pero el béisbol quedó cautivado el año pasado cuando Albert Pujols pudo batear 24 jonrones en su última temporada, rebasando los 700 en su carrera.
No se puede esperar lo mismo de Cabrera, más que nada porque superó varios hitos recientemente. Afronta la nueva temporada con 507 jonrones, 3.088 hits y 607 dobles, más un promedio vitalicio al bate de .308.
“Ha sido emocionante seguir su carrera. Ha sido un privilegio verlo jugar día tras días durante tantos años, y toda la alegría que nos brindó”, comentó Dave Dombrowski, el actual presidente de los Filis de Filadelfia pero que fue el principal ejecutivo de Detroit cuando Cabrera ganó la Triple Corona y el primero de dos galardones seguidos al Jugador Más Valioso en 2012.
Dombrowski, ejecutivo de Florida cuando los Marlins firmaron a un adolescente Cabrera en 1999, dice que aún intercambia mensajes de texto con el venezolano cuando logra algo grande. La admiración hacia Cabrera en el mundo del béisbol es amplia.
Cabrera disputó 112 juegos la pasada temporada. Este lunes aseguró que se siente bien físicamente, pero bromeó que tendrá que esperar cómo reaccionará tras una jornada en el que se vaya de 4-0 en el plato. Subrayó que no desea que los oponentes saquen la alfombra roja en el ocaso de su carrera.
“Sería bonito si hacen algo. Sería bonito si no hacen nada”, señaló. “No quiero atención. No quiero convertirme en una distracción para mi equipo. Queremos salir a ganarles”.
Hinch y los Tigres, sin embargo, quieren gozar esta última campaña con él. Cabrera quizás estará en el foco antes de lo usual, ya que forma parte del equipo de Venezuela que competirá en el Clásico Mundial de Béisbol el mes próximo, acompañado por el zurdo de Detroit Eduardo Rodríguez.
“Será algo especial”, dijo Rodríguez. “Se trata de su último años. Vamos a jugar juntos en el Clásico por nuestro país y luego su última temporada en Grandes Ligas. Será fabuloso y tengo muchas ganas de disfrutarlo”.