Mujer e Iglesia: Una extraña y compleja relación

A propósito de celebrarse una versión más del Día Internacional de la Mujer, es oportuno revisar la situación de la población femenina en los distintos aspectos y espacios en los cuales interactúa. En esta ocasión el tema de la participación de las mujeres en las corrientes religiosas amerita un exhaustivo análisis. Cómo se da esa participación. ¿Cuál es la dinámica de interacción entre las mujeres y las autoridades eclesiásticas?

La presencia de las mujeres en los colectivos religiosos, de cualquier denominación, es evidente. Ellas son religiosamente activas y asisten como parte de la feligresía, y además, realizan tareas que les son asignadas por la jerarquía eclesiástica. Esa jerarquía, con capacidad y autoridad de mando, es responsable de tomar decisiones no sólo respecto a los asuntos dogmáticos o de fe sino también regula o controla los aspectos administrativos.

Y es esa jerarquía gobernante dentro de los templos, el órgano que determina qué corresponde hacer a cada quien. Ahora bien, dentro de esa estructura autoritaria, que rige el accionar de la Iglesia, cabe preguntarse ¿qué posición ostentan las mujeres y qué porcentaje de ellas participa en la toma de decisiones? Al observar detenidamente las tareas y roles asignados a las mujeres que profesan una determinada religión, se puede colegir que las mismas están estrechamente vinculadas al papel que ellas desempeñan en el ámbito doméstico. ¿Y por qué ocurre esto? ¿Será que la jerarquía eclesiástica entiende que las féminas no son capaces de pensar y actuar más allá de los límites de sus espacios privados?

La devoción y lealtad religiosa asumida por las mujeres es obvia, no obstante, éstas ocupan un sitial realmente subordinado en relación a los hombres, quienes ostentan las posiciones de mayor autoridad y relevancia dentro de los diversos grupos religiosos. ¿La situación se da por designio divino o responde a los lineamientos de la cultura patriarcal?

Son muchos los autores y autoras que han escrito y opinado sobre la forma sojuzgada en que se desenvuelven las mujeres dentro de los espacios religiosos y cómo el ¨establishment¨ o jerarquía eclesiástica hace caso omiso, llegando en ocasiones a justificar la situación esgrimiendo argumentos o textos bíblicos. Obviamente y tratando de hacer justicia, la situación no se da en igualdad de proporciones en todas las denominaciones religiosas, sino que unas sobresalen frente a otras.

¿Y las mujeres, cómo se asumen; cuál creen ellas que es la razón de esa evidente subordinación que las afecta? ¿Se han preguntado en algún momento por qué no ejercen funciones pastorales o ministeriales igual que sus compañeros feligreses? ¿Tienen ellas la posibilidad real de enfrentar las decisiones del establishment religioso? ¿Llegará el momento en que las agrupaciones religiosas acepten, estimulen y reconozcan la importancia del liderazgo femenino a lo interno de sus entidades?