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  • Por: djtv28
  • jueves 22 septiembre, 2016

El 60 aniversario del debut de Osvaldo Virgil en Grandes Ligas no debe pasar desapercibido

A propósito de que mañana viernes 23 de septiembre se cumplirán 60 años del histórico debut de Osvaldo Virgil en las Grandes Ligas, es más que propicia la ocasión para hacerle un llamado a la Liga Dominicana de Béisbol Profesional (LIDOM), a la Federación Nacional de Peloteros Profesionales (FENAPEPRO) y al Ministerio de Deportes, a fin de que se lleve a cabo un reconocimiento al hombre que le abrió las puertas a casi 700 peloteros dominicanos en Las Mayores.

Ojalá que la Liga Dominicana de Béisbol Profesional (LIDOM) y los seis equipos que la conforman, se motiven y honren en vida a Don Osvaldo Virgil, ya sea dedicándole un día en la temporada regular o, en su defecto, que cada uno de los seis equipos le retiren su número, en adición al equipo al cual perteneció, los Leones del Escogido.

“Oh América infeliz, que sólo reconoces a tus grandes hombres, cuando ya son tus grandes muertos”…Esta frase cae como anillo al dedo a nuestras autoridades deportivas.

Es muy penoso y lamentable que esta fecha pase sin pena ni gloria en este “país”.

Es penoso ver a una gloria deportiva como Osvaldo Virgil pedir públicamente que se le haga un homenaje.

Estoy seguro que cuando Don Osvaldo Virgil muera, la LIDOM y sus seis equipos le harán miles de reconocimientos y homenajes…

¿Qué espera la LIDOM para reconocer en vida a Don Osvaldo Virgil, dedicarle un día de la temporada, tal y como lo hacen las Grandes Ligas con Jackie Robinson?.

“Yo me conformo con que antes de morir le pongan mi nombre aunque sea a una gallera”

Estas palabras de antología fueron pronunciadas por Osvaldo Virgil, primer dominicano en debutar en las Grandes Ligas, al ser entrevistado en exclusiva en la emisión nocturna de “Z Deportes”.

En esa misma tesitura, Virgil, con cierto dejo de nostalgia, expresó que “se que no tuve grandes números, pero tuve uno que no puede ser igualado, fuie el primero en debutar en las Grandes Ligas, el que le abrió las puertas a casi 700 peloteros dominicanos. Dios me dio la dicha y el privilegio de ser el elegido para ese hecho histórico. No puedo esconder que me da un poco de nostalgia cuando veo como en los Estados Unidos le rinden homenajes y valoran la figura de Jackie Robinson y su legado para los jugadores de color y las minorías en sentido general”, expresó entre sollozos Virgil.

Al ser abordado con respecto al hecho de que se designó con el nombre del inmortal de Cooperstown Juan Marichal al Estadio Quisqueya y se le develizó una estatua, Virgil manifestó que “por fin se hizo justicia, estoy muy feliz por mi compadre, hace tiempo que debieron hacerlo, gracias a Dios hoy esto es una realidad”, indicó.

Virgil se desbordó en elogios sobre Juan Marichal. “Mi compadre ha sido el mejor lanzador dominicano en las Grandes Ligas y uno de los mejores de todos los tiempos, verlo lanzar era un espectáculo único, era una maravilla, no tengo palabras para describir la grandeza de mi compadre”, dijo un emocionado Virgil.

En esa misma tesitura, Virgil destacó que Juan Marichal es un referente en cualquier país que visita. “Cuando me preguntan que de dónde soy, les respondo: “soy del país de Juan Marichal”; es decir, su nombre es sinónimo de República Dominica”, significó, al tiempo de acotar que “da pena y vergüenza ver que en otros países se nos respeta y admira más que en nuestro propio país”.

Ante la pregunta de la forma de comportarse de los jugadores de su generación con los peloteros de la actualidad, Virgil manifestó que “los peloteros de mi generación teníamos mucha educación hogareña, eso ha cambiado mucho, lamentablemente; antes había más respeto por las personas mayores, eso se ha perdido”, indicó Virgil con dejo de nostalgia.

Al ser abordado en lo relativo a las vicisitudes que tuvieron que pasar los jugadores dominicanos en los años 50’s y 60’s para lograr establecerse en el exigente béisbol de las Grandes Ligas, Virgil dijo que “ustedes no se imaginan todas las humillaciones que tuvimos que pasar, no podíamos comer junto con los blancos, recibimos muchas vejaciones y prejuicios raciales, en adición al hecho de que por nuestra condición de latinos, teníamos que hacer el doble o quizás el triple del trabajo de los blancos para poder establecernos”, puntualizó.

Opinión cortesía de Héctor Gómez

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