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  • Por: Félix Reyna
  • martes 03 octubre, 2023

La encrucijada de Leonel Fernandez y Abel Martínez Duran

A partir de la reforma forzada sufrida por la Constitución de la República, como consecuencia de las anomalías que caracterizaron al proceso electoral de mayo de 1994, se estableció que las elecciones presidenciales se ganan con el 50 por ciento más un voto de los emitidos el día de las votaciones.

En el caso de que ninguno de los candidatos obtuviese esa cantidad de votos, entonces se acude a una segunda vuelta, la cual debe celebrarse unos 45 días despues entre los dos candidatos o candidatas que quedaran en primer y segundo lugar en el referido certamen. En esa segunda vuelta se gana con mayoría simple. Afortunadamente desde las elecciones de 1996, donde resultó ganador el doctor Leonel Fernández con el apoyo del Presidente Joaquín Balaguer, no ha sido necesario la celebración de una segunda ronda de votaciones en nuestro país.

Sin embargo para el actual proceso electoral, no obstante que el Presidente Luís Rodolfo Abinader, Candidato del Partido Revolucionario Moderno, aparece dominando todas las encuestas por encima del 52 por ciento, sus opositores trabajan para colocar en el imaginario popular el tema de una segunda vuelta electoral, la cual, en el hipotético caso de que ocurra, colocaría en una situación sumamente difícil tanto al expresidente Leonel Fernández, candidato de la Fuerza del Pueblo, como al Alcalde de Santiago, Abel Martínez Durán, quien corre en este momento como candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana.

Y porqué lo digo? Porque pienso que si Martínez Durán apoya a Leonel Fernández sea en la primera o segunda vuelta, ahí mismo estaría reconociéndolo como su líder y al mismo tiempo confirmando los rumores públicos en el sentido de que es uno de sus delfines a lo interno del partido morado. Pero peor aún sería si ocurriera en sentido contrario, es decir que el expresidente Fernandez Reyna decida apoyar al Alcalde Santiagués, algo improbable.
Si cualquiera de estas de una de éstas dos opciones fructificará y uno de ellos alcanzara la Presidencia de la República, con opción constitucional de una reelección, el segundo que apoye al primero no tendría más alternativa que la sepultura política.

Por eso una alianza en el nivel presidencial en primera vuelta entre ambos candidatos es prácticamente imposible, y, para una segunda vuelta podría verse más fácil quizás, pero no lo es por lo antes expuesto al respecto.

De ahí que no hay que ser un experimentado politólogo, ni analista periodístico, ni nada que se le parezca para llegar a la conclusión de que ambos están en una encrucijada, nada envidiable, y que plantea una serie de interrogantes en las actuales coyunturas para ambos candidatos presidenciales. Y quien lleva la peor parte en este juego es Abel Martínez Durán porque antes de ser candidato presidencial siempre lo presentaban como a un Leonelista consagrado que en cualquier momento daría el paso a juramentarse en la Fuerza del Pueblo. Eso lo obliga ahora a ser más cauto a la hora que firmar una alianza en cualquiera de las vueltas.

Respecto a posibles alianzas municipales entre ambas organizaciones partidistas, éstas son más manejables y practicables porque precisamente las mismas no son vinculantes a las presidenciales aunque podrían tener algún nivel de influencia.
Incluso, se recuerda, que uno de los argumentos fundamentales para separar a las municipales de las Congresuales y Presidenciales fue resaltar las individualidades propias de las vidas de los municipios, donde incluso los partidos políticos podrían hasta llevar a un candidato a Alcalde unitario sin que existan mayores coincidencias partidistas o ideológicas sino más bien por conveniencias comunitarias. Luego, esos mismos votantes estarían en disposición de sufragar de manera diferente y dispersa a la hora de escoger al Presidente de la República.

Es por ello, y lo quiero remachar, que una alianza municipal entre el PLD y la Fuerza del Pueblo, incluso con el apoyo de otras entidades políticas, no garantiza una réplica de esa intención del voto para las elecciones presidenciales, y más aún tomándo en cuenta que todavía no ha transcurrido el tiempo suficiente como para que heridas y traumas que dieron al traste con la unidad del boschismo-peledeismo, cicatricen.

El autor es Periodista.

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