República Dominicana.-Un año no ha sido suficiente y quizá tampoco lo sea un siglo, para calmar la pena de aquellas familias, que entre las llamas de la explosión de aquel fatídico lunes 14 perdieron a uno o varios de sus miembros.
En el primer aniversario del día más gris que viviera San Cristóbal en toda su historia, sobran las lágrimas y faltan las palabras para describir la angustia que se evidencia en los rostros de los huérfanos, viudas, viudos, madres, padres, tíos y hermanos, amigos y vecinos de las víctimas.
Frederick Nivar Jorge y sus hermanos todavía lloran a su padre muerto y esperan noticias de su madre, quien figura entre los desaparecidos, que justo ayer, fueron declarados judicialmente muertos.
Aunque intentan recuperar la paz y el sosiego perdidos por la tragedia, siguen traspasando cualquier barrera del dolor, la incertidumbre que invade a quienes todavía no tienen un cadáver al que velar o una tumba para visitar, porque sus parientes no parecen ni entre los vivos, ni entre los muertos.
Con sed de justicia y en medio del clamor para que se aclare lo ocurrido y se haga pagar a los responsables, este miércoles San Cristóbal volvió a recordar con una misa, una ofrenda floral y una concentración en la zona de desastre, a sus hijos perdidos entre unas llamas que llenaron de pesar a todo el país.
Aunque las autoridades cifran en 50 el número de fallecidos, incluyendo los 12 desaparecidos declarados muertos, los familiares afirman que son 54 las víctimas mortales.
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