Cada presidente tiene su libreto, cada presidente quiere dejar un legado, cada presidente tiene su estilo, y cada presidente quiere ser recordado. En nuestra República Dominicana, los presidentes han buscado la reelección cuando la constitución lo ha prohibido, y, adicionalmente, quizá por el fantasma de Trujillo, los presidentes dominicanos han pretendido perpetuarse en el poder.
Los ejemplos de expresiones a favor y en contra de la reelección llenan incontables páginas en los periódicos dominicanos.
Algunas de estas expresiones retratan la falta de sinceridad histórica de ciertos protagonistas políticos. Podemos citar algunas, entre tantas, como el “jamás” y “es de principio que yo no soy partidario de la reelección” de Joaquín Balaguer. Leonel Fernández tiene la suya: “no me parecía aconsejable modificar la Constitución para beneficio propio”. Por supuesto, Hipólito Mejía también se pronunció sobre la modificación de la constitución para su reelección: “Eso no va ni puede ir, ni lo vamos a aprobar”. De Danilo Medina: “Yo soy partidario de que la eliminemos, que se quite la figura de la reelección presidencial, porque es que la gente tiene un apetito desbordado por seguir siendo presidente…”.
Como podemos observar en las declaraciones anteriores, ha sido tradicional que los presidentes oculten sus verdaderas intenciones al momento de querer modificar la constitución.
Suponemos que, inspirado en lo enunciado en los párrafos anteriores, el presidente Abinader está reiterando su intención de poner un “candado” a la constitución dominicana, para enterrar en lo más profundo cualquier posibilidad de modificarla con fines continuistas.
El “candado”, según el presidente, será su “legado”, para que perdure “por los siglos de los siglos”. Así, nadie más en lo adelante podrá utilizar sus “astucias” para cambiar estas reglas.
Hemos leído y escuchado a algunos analistas que han planteado sus dudas sobre el “candado” de Abinader. Su principal argumento es que ningún político dominicano se “jubila” tan temprano, y que la verdadera intención detrás de la reforma es, en realidad, todo lo contrario. Argumentan que, una vez establecida la Asamblea Constituyente, esta será soberana para tomar decisiones, y que, teniendo mayoría absoluta, los asambleístas podrían desconocer el “candado” de Abinader. En consecuencia, más bien se crearían las condiciones para que Abinader pueda continuar en la presidencia por más de dos periodos.
A esto se suma la existencia de una oposición disminuida, lo que contribuye ampliamente a las posibilidades del PRM de permanecer en el poder.
Lo cierto es que, al final de este relato, el resultado será lo que el presidente Abinader realmente desee. Eso se sabrá durante el desarrollo de la Asamblea. No hay que precipitarse. Las decisiones de los asambleístas en cuanto a la modificación de la constitución indefectiblemente consagrarán la verdadera voluntad detrás de todo esto.
Las dudas surgen porque existe mucho escepticismo en todos los círculos políticos y sociales dominicanos, debido a los precedentes históricos y a la idiosincrasia presidencial del país que siempre han estado atados al continuismo en el poder.