El presidente Donald Trump decidió unilateralmente aumentar los impuestos de importación en un 25% para Canadá y México, y en un 10% para China. Esta medida desató el inicio de una guerra comercial y proteccionista en una época en la que se creía superada esa forma de relación entre países.
El gobierno canadiense respondió con la imposición de un arancel del 25% a las importaciones provenientes de Estados Unidos. Este acontecimiento sorprendió al mundo, dado que ambos países son grandes aliados con características y culturas similares.
Además de las tensiones comerciales, preocupan los pronunciamientos anexionistas de Trump, quien ha insinuado la posibilidad de convertir a Canadá en el estado número 51 de la Unión. Esto sugiere que podría existir un intento de generar una crisis que obligue a Canadá a considerar su incorporación al territorio estadounidense.
Si bien la idea de inducir una crisis económica para forzar a Canadá a convertirse en un estado de EE. UU. puede parecer absurda, existen factores que complican la interpretación de los verdaderos motivos detrás del aumento de aranceles. Especialmente, considerando que los argumentos de Trump sobre la entrada de fentanilo e inmigrantes desde Canadá son débiles.
Las tensiones entre Trump y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, han sido evidentes en diversas ocasiones. Un ejemplo claro fue la cumbre del G7 en 2018, celebrada en Canadá, donde Trump abandonó abruptamente el encuentro tras las críticas de Trudeau sobre las tarifas impuestas por razones de seguridad nacional. En otra ocasión, durante una reunión en Watford, Inglaterra, Trump desmanteló la unidad proclamada de la OTAN al calificar a Trudeau de “hipócrita”. Estas fricciones personales podrían estar influyendo en las decisiones económicas del presidente.
Más allá de consideraciones políticas o personales, Canadá ha sido un aliado histórico de Estados Unidos. Su relación ha sido tan estrecha que, en momentos clave, Canadá ha apoyado incondicionalmente a su vecino, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial y tras los atentados del 11 de septiembre. Existen innumerables ejemplos que evidencian esta alianza.
Ante la agresión comercial de EE. UU., la sociedad canadiense ha mostrado una respuesta unificada. Todas las fuerzas políticas y sociales se han unido en rechazo a la medida, y el gobierno de Trudeau ha anunciado un aumento del 25% en los aranceles a las importaciones estadounidenses como represalia. Este descontento también se ha manifestado en eventos públicos, como ocurrió recientemente en un partido de hockey, donde se abucheó mientras sonaba el himno nacional de EE. UU.
Los lazos económicos y geográficos entre Canadá y Estados Unidos son muy estrechos. Comparten una frontera terrestre de más de 5,000 kilómetros y casi 4,000 kilómetros de frontera acuática, conformando la línea divisoria más extensa entre dos países. Un dato curioso es la Biblioteca Haskell, construida justo en la frontera entre ambos territorios.
En términos comerciales, la relación entre ambas naciones supera los 2,000 millones de dólares diarios. Canadá es el principal destino de las exportaciones estadounidenses en más de 30 estados. Además, EE. UU. depende significativamente de la energía canadiense y es su principal fuente de inversión extranjera directa, mientras que Canadá es la segunda mayor fuente de inversión directa en EE. UU.
El desarrollo de los próximos acontecimientos determinará el rumbo de esta tensa situación entre Canadá y Estados Unidos, especialmente ante la posibilidad de que ambas partes escalen aún más las restricciones comerciales.