El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha iniciado su segundo período de gobierno con un alto activismo en la emisión de órdenes ejecutivas en diversas áreas. Entre ellas, destaca particularmente la decisión de desmantelar la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta medida ha generado gran preocupación entre los medios de comunicación y las personas que dependen de la agencia, ya sea como empleados o como ejecutores de sus programas.
Según las declaraciones del presidente Trump y de Elon Musk, quien dirige el denominado “Departamento de Eficiencia Gubernamental”, la USAID es una agencia corrupta que ha sido utilizada para desviar fondos hacia periodistas y medios de comunicación.
El proceso de desmantelamiento ha reducido el personal de la USAID a aproximadamente 300 empleados, una cifra significativamente menor en comparación con los cerca de 10,000 que tenía anteriormente. Además, los fondos gubernamentales que la financiaban han sido prácticamente suspendidos.
Durante años, la USAID fue considerada una de las agencias más poderosas del mundo. Anualmente, recibía más de 40 mil millones de dólares, destinados a una amplia variedad de programas, desde ayuda humanitaria hasta el financiamiento de iniciativas políticas y sociales.
Te puede interesar: http://Migración, Supérate y UNICEF plantean crear programa de asistencia a dominicanos repatriados
Si bien siempre existieron sospechas, ahora se ha confirmado que la USAID promovía agendas para influir en procesos políticos y electorales, así como para impulsar determinados valores en los países donde operaba.
Creada durante la Guerra Fría, la USAID ha desempeñado un papel complejo, combinando asistencia humanitaria con acciones que han generado controversia.
En el caso de la República Dominicana, ha llamado la atención su involucramiento en el respaldo financiero y político a la llamada “Marcha Verde”. Esto ha puesto en duda el legado de este movimiento contra la corrupción y la impunidad, al revelarse que, en parte, formó parte de una agenda diseñada por esta agencia internacional. Así, el carácter espontáneo e imparcial del movimiento ha quedado en entredicho.
La revelación de información por parte del gobierno de EE. UU. sobre el uso de los fondos de la USAID repercute negativamente en la conciencia nacional dominicana. Ha quedado evidenciado que algunos de los protagonistas de movimientos políticos y sociales no han sido más que peones pagados por intereses extranjeros.
No es prudente abordar este tema a la ligera ni lanzar acusaciones sin medir las consecuencias. República Dominicana se enfrenta a un riesgo de descalificación total, lo que podría tener repercusiones desastrosas si esta coyuntura se utiliza para destruir reputaciones por simples rivalidades políticas.
Desde nuestro punto de vista, lo más condenable es la manipulación y el encubrimiento de falsos actores que han intentado imponer una agenda contraria a las tradiciones culturales y los valores familiares de la sociedad dominicana.
Es necesario identificar y exponer a aquellos que se presentan como defensores de la justicia social, pero que en realidad actúan como agentes de una agenda extranjera que amenaza los fundamentos históricos de la identidad dominicana.
Debemos apostar por un país con estabilidad social y política, donde prevalezcan los valores que han definido nuestra sociedad y se garantice la defensa de nuestra soberanía.