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  • Por: Máximo Sánchez
  • sábado 08 marzo, 2025

Las puertas y las ventanas del suroeste dominicano

Los habitantes del suroeste, imaginamos la Presa de Monte Grande como el metro del sur; a decir verdad, nos quedamos en ilusión y sueños. Escuchar los reclamos de los campesinos desplazados que, cultivaban esas tierras que ahora se han convertido en el lecho de la presa, es uno de los pocos indicios de prensa, que nos recuerdan que la obra está inconclusa, aunque la inauguraron.

Porque no han terminado la obra, y está muy lejos de concluirse, todos los sureños deberíamos acompañar los reclamos de don Tomás Aquino Méndez, coterráneo ilustre nacido del vientre prolífero del municipio de Tamayo, quien ha tomado la presa de Monte Grande, como estandarte de lucha para el desarrollo del suroeste; esa presa es una ventana al futuro.

El municipio de Barahona, cabecera de la provincia del mismo nombre, con todos los obstáculos que se le han puesto en el camino, destella un floreciente desarrollo. Ese valle fértil y exuberante que, podemos contemplar desde las alturas de Los Cuatro Vientos, aposenta una mancha citadina que se desborda en colores, y se arrellana a la costa de un mar Caribe rendido frente al Morro y la bahía; Barahona, es sin duda una hermosa puerta al suroeste.

En la pasada gestión gubernamental, se inició la reconstrucción de la carretera Barahona-Enriquillo; el Ministerio de Obras Públicas, bajo la dirección del Lic. Gonzalo Castillo, ejecutaba esa obra bajo administración; la construcción se realizaba de manera excelente, con una ampliación adecuada del ancho de la vía y con una calidad satisfactoria.

Esa ejecución anterior, dejó la obra casi llegando al poblado de Ciénega; en lo que se podía percibir como un 40% de avance de la construcción. El 16 de agosto próximo, la administración del presidente Abinader, arribara a sus 5 años al frente del Estado; y obras como ésta, aparentan que sus carpetas han sido desaparecidas de los presupuestos del Ministerio de Obras Públicas.

Lo poco que este gobierno ha construido en esta carretera, han sido unos pocos kilómetros para sobrepasar Ciénega; a partir del puente Coronel, hasta casi la entrada del municipio de Paraíso, los viajeros viven un infierno diario, porque lugares de la vía que conservaban el pavimento en buen estado, les pasaron rastras levantando el viejo pavimento, supuestamente para repavimentarlos y llevan años en ese estado.

El drama del “Derrumbao” que ha dado motivo a múltiples historias, unas para justificar las tardanzas y las desgracias, y otras para inducir al gobierno a buscarle la solución adecuada; fue provocado por la improvisación y la ineficacia técnica de los constructores que, han sido designados para ejecutar el proyecto; decidieron sacar materiales de allí, para utilizarlos en rellenos y socavaron la barrera de contención de la montaña, y como era de esperarse, los derrumbes fueron las repuestas.

Pedernales duerme dulcemente el sueño del turismo; pero, si bien el turismo internacional y de cruceros es bueno y conveniente, el turismo interno es un catalizador regional de la economía doméstica; las estadísticas nos muestran números muy raquíticos de los beneficios del turismo de crucero en los lugares con puertos hábiles.
Las rutas de carreteras y vías de acceso hacia Pedernales, deben ser varias, para dinamizar ese turismo interno y el comercio interprovincial.

El gobierno del presidente Abinader, debe cumplir con su obligación y terminar la carretera Barahona-Pedernales que, es la principal puerta terrestre, ineludible para poder desarrollar ese polo turístico que, alimenta las esperanzas de todo el suroeste dominicano.

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