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SANTO DOMINGO.- La tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, donde colapsó parte del techo dejando víctimas mortales y heridos, también ha generado una crisis silenciosa: el impacto en la salud mental de los sobrevivientes y testigos.
Un estudio realizado por el Observatorio de Salud Mental y Bienestar de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) reveló que al menos un 21.7% de las personas entrevistadas tras el incidente comenzó a presentar síntomas de ansiedad, trastornos del sueño y pensamientos recurrentes sobre el evento.
Además, un 27.9% de los participantes presentó sintomatología significativa de depresión a través del estudio que identificó a las mujeres, las personas jóvenes (entre 18-30 años) y los desempleados como los grupos con mayor afectación psicológica.
El levantamiento, realizado entre los días 7 y 10 posteriores al colapso del techo del Jet Set y basado en 1,034 entrevistas, fue presentado por el coordinador del Observatorio, Zoilo García, quien también dirige el Laboratorio de Emociones, Salud y Ciberpsicología. El especialista advirtió sobre la urgencia de implementar programas cuantificables que permitan monitorear los efectos a largo plazo de eventos traumáticos en la población.
Un 14.1% de los encuestados mostró síntomas clínicos compatibles con un probable Trastorno de Estrés Postraumático, situando al trauma psicológico en el centro de la discusión sobre salud pública en contextos de desastre.
Entre quienes presentaron sintomatología depresiva, los más comunes fueron: fatiga persistente, 56.8%; pérdida de interés o disfrute, en un 47.6% y tristeza frecuente en un 44.2%. En casos de ansiedad, los síntomas más reportados fueron: preocupación excesiva, en un 42.1%; y dificultad de relajación, en un 40.8%.
“No es solo un tema de inversión, sino de generar intervenciones medibles que reflejen si se está mejorando o empeorando la salud mental de los dominicanos”, afirmó García.
El Observatorio, aunque aún joven, forma parte de una red regional que incluye a universidades de más de 10 países de América Latina, entre ellos Colombia, Perú, Chile y Argentina, con el objetivo de dar seguimiento a la sintomatología emocional generada por este tipo de tragedias colectivas.
