Santo Domingo. Luego del paso del fenómeno atmosférico Melissa, convertido en huracán durante el fin de semana, la vida en los barrios más populosos del Gran Santo Domingo comienza poco a poco a retomar su curso. Sin embargo, la calma es solo aparente: muchos residentes, especialmente aquellos que viven cerca de los ríos Ozama e Isabela, continúan con el temor de que nuevas lluvias provoquen otra emergencia.
En sectores como Sabana Perdida, El Dique y La Zurza, las calles todavía muestran los rastros del agua y el lodo que dejó el fenómeno. Algunos vecinos reportan pérdidas materiales significativas, como electrodomésticos y muebles dañados, mientras otros aseguran que aún no logran reponerse del susto.
“El agua nos llegó hasta la cintura. Perdimos casi todo y todavía tenemos miedo de que vuelva a subir el río”, expresó Felipe Martínez, residente en El Dique.
Las autoridades municipales y de emergencias trabajan en operativos de limpieza, recolección de desechos y evaluación de daños en las zonas más afectadas. El Centro de Operaciones de Emergencias (COE), mantiene la vigilancia permanente en los puntos considerados de alto riesgo, mientras equipos comunitarios colaboran en la restauración de servicios básicos.
“Nos dicen que el tiempo mejoró, pero uno no duerme tranquilo cuando vive tan cerca del río Estamos limpiando, pero esto no se resuelve solo con palas y escobas. Necesitamos soluciones permanentes”, agregó Rosmery Pérez, residente en La Zurza.
Aunque el país empieza a recuperarse, Melissa deja una vez más al descubierto la vulnerabilidad de muchas comunidades del Gran Santo Domingo frente a los fenómenos naturales. Los residentes piden más apoyo y políticas a largo plazo que eviten que cada temporada de lluvias se convierta en una nueva amenaza.