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  • Por: Máximo Sánchez
  • domingo 12 julio, 2020

Los resultados de una contienda

El 6 de octubre del 2019 se celebraron unas primarias con el padrón abierto de la JCE, en las cuales el Partido de la Liberación Dominicana pretendió elegir su candidato presidencial para las elecciones de este año 2020; esas elecciones primarias concretizaron dos pérdidas muy importantes para este partido que acaba de ser derrotado.

Una que venía infringiendo degradación y por supuesto desagrado a los dominicanos y dominicanas amantes de la decencia y las buenas costumbres, era la pérdida del respeto de los altos dirigentes hacia los demás y hacia ellos mismos; la otra, no menos importante fue la pérdida de la vergüenza que acuñó el primer fraude digital en un certamen electoral en el país.

Don Juan Bosch, el maestro por excelencia de las teorías y la buena práctica política de nuestro país durante gran parte del siglo pasado, decía y lo repetía constantemente que “nada es completamente bueno, ni nada es completamente malo”. Ese fraude desvergonzado del 6 de octubre, provocó cosas muy buenas para el país político.

La mejor de ellas, fue la definición de la pugna interna del Partido de la Liberación Dominicana, que por años mantuvo en ascuas a toda la sociedad.

Leonel Fernández, como líder experimentado, que había consensuado de manera salomónica los intereses de los diversos sectores del pueblo dominicano, tanto en lo social como en lo económico; sabía que el proceso de degradación del partido creado por el Profesor Juan Bosch, había hecho metástasis frente a los intereses corporativos y personales de su cúpula de dirigentes.

Esperaba el momento político preciso, para abandonar la entelequia irrecuperable en que había devenido esa otrora disciplinada y prometedora maquinaria política. Sus adversarios internos, le ponían fecha de salida, y razonaban situaciones de convivencia partidaria, donde no se imaginaban al ponderado Líder apurando el acíbar de las burlas de sus rivales.

La verdad es que en esa fiebre apasionada entre la deslealtad y la ambición, perdieron de vista el peso específico del liderazgo de Leonel ante la sociedad dominicana; aquellos que habían llegado a las impúdicas posturas de ir a los medios de comunicación a defender o atacar proyectos que afectaban sus intereses personales, creyeron que el electorado no era capaz de razonar.

Se equivocaron; el pueblo les pasó factura. El PLD que en los últimos 14 años, siempre marcaba más de un 47% de intención de voto en las mediciones, devino a ser un partido con simpatías e intención por debajo del 33% del electorado; el proceso que acaba de concluir, ha dejado claro que con todos los recursos del Estado, a ese 33% solo le pudieron sumar un pírrico 4.5% más.

Danilo Medina termina su último período presidencial, con su segunda derrota por la presidencia en la persona de Gonzalo Castillo, quien quizás merecía mejor suerte y recordación. El viejo partido entra en desbandada, sin liderazgo y con un futuro muy incierto; es lamentable que con todas las realizaciones de 20 años, no pueda ser considerado como un pilar de la democracia, y tenga que ser recordado por sus fraudes al erario y sus trapisondas electorales.

El espectro de las fuerzas políticas en República Dominicana está redefinido; y a lo interno del pueblo llano, se escucha una voz, casi un susurro que le dice: Juan Bosch nace de nuevo, ahora verde como un monte, o como tu cerro.

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